Solo escuchar la palabra “infidelidad” nos da náusea, se nos revuelve el estómago; ¿a poco no? Una persona infiel es alguien que ha violado la confianza que un ser querido depositó en ella. El dolor que eso trae a una relación es tal que podría ser mortal, especialmente para el matrimonio. La infidelidad no es solo relacional, esto puede suceder hasta con el dinero y las consecuencias son igual de graves.


Quiero presentarles 4 ejemplos de la infidelidad financiera:


  1. Esconder dinero: El esconder dinero, aunque lo justifiquen con el hecho de que su pareja gasta mucho, no deja de ser una infidelidad. Esto sucede con más frecuencia cuando operan con cuentas separadas. Están escondiendo dinero y, cuando su media naranja se entere, le va a entrar la duda: “¿que más me estará escondiendo?, ¿creerá que se lo voy a robar?”.
  2. Cuentas escondidas: Para mí, esto es todavía peor que esconder un dinerito. Esto implica que lo hicieron con hecho pensado, es decir, a propósito, porque llenaron papeles o una solicitud en el internet en un banco diferente al que ya usan y, encima, tal vez hasta dijeron que no que eran casado(a)s. Esto hace a la mentira más grande y más difícil de mantener porque tienen que correr a esconder los estados de cuenta o tener una cuenta de correo electrónico diferente, escondida, para recibir los saldos bancarios electrónicamente.
  3. Tarjetas de crédito escondidas: Esto puede desbaratar más rápidamente un matrimonio por la cantidad de mentiras que hay involucradas. Dicen una mentira tras otra, con tal de tapar la mentira anterior.  Están poniendo en juego el buen nombre de su cónyuge; y lo que es peor, el sustento de la familia. ¿De dónde van a sacar para pagarla? Además, se justifican diciendo: “Como mi marido (pareja) no provee lo suficiente o mis ingreso no alcanzan para ‘mis necesidades’, voy a usar esta tarjeta que es muy buena, hasta me dieron un descuentito solo por aplicar, y me voy a comprar lo que realmente ‘necesito’ y ahí la voy pagando ‘por sustos’”. ¿A sí? ¿Con qué? Si acabas de decir que no te alcanza.
  4. Compras a escondidas: “¿Es nueva esa blusa (camisa)?” “No, ya tengo tiempo con ella, pero como no me pones atención, no te habías dado cuenta.” O, “me la regaló la vecina, como a ella ya no le queda o no le gusta…”. O, quitarle la etiqueta para que no sepa cuánto pagaste por eso y decir que lo conseguiste en una tienda de segunda mano. Una vez más, una mentira encima de otra. Hacer compras y dejarlas en la cajuela (baúl) del carro para que no se entere es como darle con un hacha a la confianza en la relación. Por favor comprendan, la confianza es muy difícil de ganar, más difícil de mantener y muy fácil de perder. Y cuando la confianza se pierde, ya no hay paz.


Las mentiras, poco a poco, empiezan a pesar. Es casi como si llevaran una bolsa en la espalda que se pone más y más pesada. Empiezan a actuar con recelo y a la defensiva, porque están escondiendo algo.

Si han cometido, aunque sea solo una de estas cuatro infidelidades, quiero ayudarles; y aquí les doy dos pasos para enmendar el daño y evitar que la confianza se rompa.


  1. Pongan las cartas sobre la mesa: No crean que pueden dejar de hacer compras o cerrar la cuenta y todo quedará en el olvido. Para sanar del vicio de la mentira necesitan sentarse con su cónyuge y conversar. Es tiempo de decir la verdad: “Mi amor, perdóname, se me hizo fácil y no pensé en las consecuencias”. Sí, ya sé, es probable que se enoje; es más, es lo más seguro. Mantengan la calma y no reaccionen con enojo. Recuerden que la meta es salir de la telaraña de la mentira y evitar que se pierda la relación.
  2. Es tiempo de unir las cuentas: Nada separa más un matrimonio que el decir “tu dinero y mi dinero”.  Al tener cuentas mancomunadas (eso quiere decir que son de ambos; que la tienen en común), van a tener que rendirse cuentas mutuamente. “Eso no pasa con las cuentas separadas, Andrés”. “Tú ni te imaginas cómo se pone ‘mi otra mitad’ cuando se habla de dinero”.  O, “Andrés, ¿me estás diciendo que debo pedir permiso para gastar el sagrado fruto del sudor de mi frente?”. “¡Sí! Y ahora ya no es de uno, sino de los dos”. No se trata de convertirse en capataces el uno del otro, sino de beneficiarse de que, en realidad, dos cabezas piensan mejor que una, y de que es más difícil vencer a dos que están de acuerdo, que a uno que se anda escondiendo. La fortaleza del acuerdo y la unidad financiera se refleja en la relación y hasta en la crianza de los hijos. Eso es lo que sucede cuando operamos con “nuestra” cuenta, “nuestro” dinero, “nuestro” presupuesto, “nuestras” metas. Simplifiquen su vida teniendo menos cuentas y fortalezcan su relación y su situación financiera teniéndolas mancomunadas.


Si nunca han sido infieles financieramente, no tengo duda que tienen una buena relación y les animo a continuar trabajando para llevarla a un grado más alto de confianza. He aprendido que mientras mayor sea la confianza, más se disfruta la relación. Mi esposa y yo conocemos las claves de los correos electrónicos, redes sociales, etc., el uno del otro. No tengo nada que esconderle y ella a mí, tampoco. Además, eso se convierte en una barrera de protección mutua y de nuestro matrimonio ante los ataques del materialismo, el orgullo y de las ofertas que te dicen “compre ahorita porque más tarde es más caro”.


El área de finanzas podría ser el área donde una relación sin confianza puede empezar a sanar. Denle un machetazo a la infidelidad financiera y luchen por un matrimonio unido y por una vida de Paz Financiera.