¿Cuántas veces se han hecho el propósito de año nuevo para mejorar tus finanzas? Lo más probable es que nada ha cambiado, al igual que el resto de los propósitos como: perder de peso, leer más, ser un mejor esposo/a. etc., etc., etc.

Yo crecí en un hogar donde tenemos la tradición de comer doce uvas cuando el reloj marca las doce en la víspera de año nuevo. Cada una de estas uvas representa un propósito por cada mes del año. En el pasado, me comía las doce uvas rapidito, entre un abrazo y otro, pero sin haber pensado detalladamente en los propósitos. Más que todo, era solo una de esas tradiciones que hacen divertido el inicio del año. Era tan alegre ver a nuestra familia llenarse la boca de uvas o andar con maletas vacías, entrando y saliendo, por toda la casa.

Quiero compartirles el ingrediente secreto para que los propósitos se cumplan. Los propósitos son como los sueños, vienen por segundos o minutos y, a veces, hasta por un par de días; pero se esfuman. A medida que aprendía sobre el crecimiento personal, me di cuenta que para que la vida cambie hay que convertir nuestros propósitos en metas. Este es el secreto para que los propósitos se cumplan. Básicamente, hay que ponerles ropa de trabajo a esos sueños para que se hagan realidad. ¿Qué significa eso?

Primero que todo, los propósitos o metas tienen que ser suyos y no lo que su cónyuge quiere para ustedes. Tiene que haber un interés genuino, propio, personal, en que las cosas cambien. Si su cónyuge quiere que pierdan 20 libras de peso, pero ustedes no están convencidos, no lo harán, aunque les paguen. El plan tiene que ser específico y medible. El error que muchos cometen es decir: “quiero empezar a ahorrar” y allí se quedan. Un plan sería: “quiero reunir $1,000 dólares para mi fondo de emergencia en los próximos 30 días y después salir de mis deudas en los próximos 10 meses. ¿Lo notaron? Hay un objetivo y un tiempo establecido para lograrlo. Como ven, la diferencia entre un sueño y un plan está en que, para este último, tienen idea de cómo y cuándo lograrlo.

Por último, las metas tienen que estar por escrito. Algo mágico sucede cuando se sientan y escriben su plan. Si son casados, no hagan esto a solas. Causa mucha separación que uno, normalmente el más organizado, tenga sus planes y esté bien y el otro le deba a todo mundo. En un matrimonio, las finanzas se deben llevar en conjunto. Siéntense y conversen lo lindo que sería operar sus finanzas como matrimonio. Si en esa plática, encuentran esa unidad, saquen un papel y empiecen a trazar metas ahí mismo y de mutuo acuerdo.

Ya saben qué hacer; ahora, enciendan los motores. Dejen de pensarlo y posponerlo, mejor piensen y pónganlo en práctica. Si una de sus metas es mejorar su salud, terminen de leer este artículo y tírense al piso para empezar a hacer lagartijas y abdominales. Es muy probable que, al principio, solo hagan unas cuantas; pero les aseguro que se sentirán muy bien porque ya empezaron. El primer paso es el que cuesta, los siguientes ya no. Con esa energía y adrenalina corriendo por sus venas, saquen el cuaderno y empiecen a trazar sus propósitos financieros y, recuerden, pónganles su ropita de trabajo: horario, cantidad, tiempo, frecuencia y fecha de evaluación de progreso son algunas de las “prendas” que sus propósitos deben llevar “puestas”.

No hay nada que inventar ni probar porque el plan financiero ya existe. Además, miles de familias han comprobado que funciona para aquellos que se comprometen a ponerlo en práctica. Si no saben por dónde empezar, visiten mi página y vean la primera clase del curso Paz Financiera que tenemos ahí, como regalo para ustedes, con el fin de animarles a cambiar su situación financiera de una vez por todas. Hagan que el 2016 sea el año en el que rompen cadenas de la deuda y se ponen rumbo a la paz financiera.