¿Qué tal si tuvieras acceso a un poder de percepción sobrenatural? ¿Cuánto dinero te habrías ahorrado si hubieras sabido que estabas tratando con una rata de dos patas? Un charlatán no se viste de charlatán y mucho menos se ponen un sombrero o camisa que diga: “¡CUIDADO!, soy un estafador”. Al contrario, los estafadores son hábiles con sus palabras y tienen carisma para ganarse a la gente. Para ganar con el dinero necesitamos ser mejores administradores, pero, además, necesitamos un detector de “ratas”.

Una de las técnicas más comunes que usan estas ratas, disfrazadas de seres humanos, es la de presionar con el tiempo. “Si no compra hoy, no obtendrá este increíble descuento” o también puede sonar algo como: “aproveche, porque si compra hoy le regalamos esto otro”. El detector de ladrones debe gritar y encender todo tipo de luces rojas dentro de ti. No caigas víctima de estas técnicas (“más antiguas que la maña de pedir fiado”, decía doña Licha), si tú solamente ibas a ver, tenías curiosidad o pensaste que solo por entrar (porque el anuncio decía “sin compromiso de compra”) te daban los boletos a la salida.

Comprar un aparato electrónico o una bolsa falsa para dama duele, pero no ocasiona tanto daño financiero como firmar contratos. Los engaños más peligrosos son cuando firmas un contrato. Si no le puedes explicar a tu hijo, sobrino o nieto de doce años cómo funciona el producto que estás por comprar, no estás preparado. No tengas vergüenza de pedir que te lo expliquen de nuevo.  Porque de otra manera, más vergüenza vas a sentir cuando te quiten el dinero sin que les importe tu cabecita blanca, se hagan los sordos ante tus súplicas y ciegos ante tus necesidades.

Si tú sabes que la persona no es de confiar o has visto su falta de integridad, tu detector de ratas debe aullar como lobo en luna llena. No entres en negocios ni en contratos con alguien que le ha sido infiel a su cónyuge. Si esa persona es capaz de engañar a su “media naranja”, qué te hace pensar que no lo hará contigo. Un papel firmado y hasta notariado no tiene ningún peso si estás tratando con un estafador. En las películas demandan a los estafadores, pero en la vida real eso cuesta mucho dinero y el objetivo es evitar esos combates.

Los que estamos casados tenemos acceso a ese poder sobrenatural de percepción. Las mujeres tienen un sexto sentido, un instinto de protección, que los hombres no tenemos. El hombre es más aventado y muchas veces se lanza a ciegas creyendo que eso puede ser un buen negocio. Esto nos lleva a muchos matrimonios donde el hombre dice: “Yo me hago cargo de ese tipo de decisiones porque mi esposa no sabe nada de negocios”. Eso es como tener una motosierra en la casa e ir a talar árboles con un hacha, o para ponerlo un poco más con la “onda” de hoy, es como si en lugar de enviar textos por tu celular fueras hasta la oficina de correos a mandar un telegrama. Aparte, dos cabezas piensan mejor que una. Soltero: deja de tomar decisiones financieras a solas, fomenta una amistad que respetes con quien puedas conversar de tus planes y decisiones con contratos y hasta de compras por encima de cierta cantidad.

El hombre más rico en la historia del mundo, el rey Salomón, escribió lo siguiente: Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado. Y no carecerá de ganancias. (Proverbios 31, 10-11 RV1960). Lee de nuevo la última frase; es más, te invito a leer el capítulo completo. Este no es un consejo de tu compadre, el quebrao, o tu cuñado que lleva tres divorcios. Hay tanta sabiduría ahí, que hombres y mujeres somos mejores cuando nos exponemos a esos principios.

En otras palabras, las mujeres, como el Chapulín Colorado, tienen antenitas de vinil que detectan a los malhechores. No firmes contratos sin tu esposa. No te sientes con un asesor financiero sin tu esposa. No te asocies con nadie sin tener a tu esposa ahí para conocerlo. Y no firmes nada sin haberlo conversado con ella antes. Después de la junta, pregúntale: “¿Cómo te sentiste?”. Mujeres: esto no les da permiso para convertirse en el Espíritu Santo. Este principio es recíproco y ustedes también deben consultar con sus esposos cualquier decisión sería.

En lo personal, yo no tomo decisiones sin conversarlo y estar de acuerdo con mi esposa. Las veces que lo hice me costó miles y miles de dólares porque no conocía este principio. Aparte de protegerte, la unidad que esto crea en el matrimonio es increíble. Hay decisiones qué tomar; así que, desde hoy mismo, empiecen y aprovechen el poder de las antenitas de vinil. Estas ratas “no contaban con tu astucia”.