¿Qué espanta más a la gente, el saber que pueden terminar ahogados en deuda o saber que tienen que ser más austeros? Realmente, creo que la palabra austeridad espanta a la gente más que uno de esos payasos con dientes feos. “Mejor tortúrenme con toques eléctricos, pues duele menos que tener que recortar mis gastos”. La gente prefiere morirse antes que implementar medidas de austeridad. Los políticos no pueden ni mencionar esa palabra porque pierden su puesto gubernamental. Vamos a definir más este término y cómo puede ser útil para tu vida.

Austeridad es vivir con menos de lo que ganas. Suena fácil, pero muchos no lo hacen a menos que se pongan una meta que requiera dinero. Si la deuda no es una opción y trabajar más horas tampoco te es posible, practicar la austeridad es una excelente manera para reunir dinero. Para hablarles en ranchero, austeridad es dejar de gastar en todo lo que se te antoja y que no necesitas. Tal vez no estés familiarizado con la palabra “austeridad”, pero sí conoces la palabra “ahorro”. Entonces, financieramente hablando, la austeridad genera ahorro. La austeridad es economía; las economías que haces en tus gastos, generan ahorro. Si no tienes ahorros y tampoco deuda, significa que te gastas todo lo que ganas. Aunque no andas tan mal, eso no es austeridad. La austeridad se pone en práctica cuando quieres tener ahorros para comprar carro, casa, arrancar un negocio o prepararte para la jubilación, entre otras cosas.

Ahora bien, hay personas que exageran en sus medidas de austeridad. Si alguna vez se han referido a ti como una persona austera, lo que realmente quisieron decir es que eres tacaño. Hablando de tacaños, había una vez un tipo tan tacaño que estaba soñando que se estaba tomando un café y se despertó para no pagarlo. ¿Lo conoces? Es el mismo que escucha misa por radio y lo apaga cuando recogen la limosna.

Hay dos tipos de austeridad, una —la bonita— que te llega por decisión propia como ya lo vimos y otra —la fea— que llega por obligación.  Esta última llega cuando una persona, familia, organización o gobierno decide vivir con deuda. Con el tiempo, las deudas te obligan a reducir tus gastos para poder mandar los pagos mensuales. Esta es la fea a quien todos le temen más que a la Llorona. El nivel de endeudamiento es lo que determina qué tan rápido tienes que implementar medidas de austeridad. Dicho de otra manera, recortar gastos; además, te indica y qué tan profundo y dramático es el recorte. La mayoría de personas no se da cuenta que se está hundiendo en la deuda hasta que se confronta con la realidad de tener que cambiar su nivel de vida solo para llegar a fin de mes. Aquí es cuando te encuentras en la lucha de determinar qué pagas primero y qué se tiene que esperar. Muchos pensarían que dejar de utilizar las tarjetas es austeridad. La deuda les permitió vivir en una mentira y se acostumbraron; pero un día, les cerraron el grifo del crédito y su vida se vio obligada a cambiar. Ahora dicen “estamos obligados a vivir en austeridad”.  En los últimos años, hemos visto países como Grecia que han tenido que tomar medidas forzadas de austeridad y la reacción de sus ciudadanos fue protestar en lugar de comprender la situación del país y apoyar. Más que protesta era una revolución por la agresividad con la que reaccionaron quemando carros y destruyendo todo lo que está a su paso.

Puedes elegir cambiar tus hábitos y perder peso o seguir igual hasta ser forzado por el doctor si quieres sobrevivir. Es lo mismo, la austeridad bonita puede ser vista como un sacrificio o como el camino para lograr tus metas y tener una vida financiera mejor. Es obvio que también puedes incrementar tus ingresos, pero eso implica un sacrificio mayor ya que requiere más horas de trabajo. La austeridad por decisión puede ser el camino para romper las redes que te tienen atado, viviendo de cheque a cheque. La paz financiera llega a tu vida cuando aprendes a vivir con lo que ganas, pero si quieres crecer económicamente, abraza el concepto de la austeridad.